En Maipú, una de las comunas más grandes de Santiago, el liderazgo político se ha visto en entredicho desde que el Frente Amplio, con Tomás Vodanovic a la cabeza, llegó al poder. En un principio, se presentaron como la alternativa que representaría a la clase media y a los sectores más desprotegidos, prometiendo cambios estructurales y transparencia en la gestión pública. Sin embargo, a tres años de su administración, muchos vecinos de Maipú se preguntan si las promesas se han quedado solo en palabras, y si la comuna ha sido utilizada como un trampolín político.

El estallido social de 2019 catapultó al Frente Amplio, incluyéndolo en las portadas de los medios de comunicación que ellos mismos criticaban, señalándolos de ser defensores de la élite. Irónicamente, Vodanovic ha sacado provecho de esos mismos medios para posicionarse como una figura mediática, mientras su gestión ha dejado en el olvido las verdaderas necesidades de los maipucinos.

Las controversias no han tardado en aparecer. El «caso fundaciones», que dejó a la ciudadanía perpleja, mostró que el Frente Amplio no estaba libre de prácticas cuestionables, y Maipú no fue la excepción. Las dudas sobre la asignación de recursos y la influencia de operadores políticos externos a la comuna han generado desconfianza entre los vecinos. Vodanovic, lejos de aclarar estas situaciones, ha preferido posar en las portadas de medios como La Tercera, un diario que anteriormente el Frente Amplio tildaba de afín a la derecha. Pareciera que el alcalde utiliza a Maipú como un escaparate político, en lugar de trabajar en los problemas reales de la comuna.

La desconexión con Maipú se evidencia también en su propio equipo. Dirigentes y líderes vecinales que inicialmente apoyaban a Vodanovic han dado un paso atrás. Algunos han optado por respaldar a Christian Vittori, un exalcalde que, a pesar de las controversias pasadas, ha demostrado un compromiso más profundo con la comuna. Otros apoyos hacia Vodanovic se mantienen de manera oculta, reflejando la pérdida de confianza incluso entre quienes forman parte de su coalición.

En eventos públicos, es notoria la diferencia en el recibimiento entre ambos candidatos. Mientras Vittori es saludado con afecto y entusiasmo por los vecinos, Vodanovic se muestra distante, rodeado de un equipo que, en su mayoría, proviene de otras comunas y tiene poca experiencia en la política local. Este distanciamiento se ve acentuado por el hecho de que, a pesar de ser alcalde de Maipú, Vodanovic sigue viviendo en Ñuñoa, lo que ha generado críticas por su falta de conocimiento real de la comuna que administra.

Otro punto que genera cuestionamientos es la relación de Vodanovic con figuras políticas como Claudio Orrego y Alberto Undurraga, quienes se han sumado a su campaña. La alianza con estos personajes, que han tenido roles importantes en administraciones anteriores, demuestra que el discurso de renovación y cambio del Frente Amplio se ha diluido, y que Vodanovic recurre a las viejas prácticas políticas que decía combatir.

Además, la incoherencia de pregonar igualdad y servicio público contrasta con el abultado salario de más de 10 millones de pesos que recibe el alcalde, algo que, curiosamente, no es criticado por quienes exigían austeridad a sus antecesores. Si bien Maipú es una comuna de gran envergadura y desafíos, el manejo de los recursos y la falta de inversión en proyectos concretos para los vecinos reflejan que la gestión de Vodanovic no ha estado a la altura de las expectativas.

Los maipucinos se encuentran en una encrucijada. Si el Frente Amplio pierde Maipú, la comuna podría convertirse nuevamente en cuna de operadores políticos que no representan los intereses locales. Ya lo vivimos con Cathy Barriga y su administración. Es fundamental que el próximo alcalde conozca y sienta la comuna, que se preocupe por generar empleos y oportunidades para los residentes de Maipú, en lugar de priorizar a operadores políticos de otras comunas.